sábado, 30 de mayo de 2009

DEBATE SOBRE INTELECTUALIDAD

Desafíos del liberalismo en el Perú

Mar, 17/03/2009 - 03:38
Por Martín Tanaka

La semana pasada me referí a algunos desafíos que enfrenta la izquierda en la actualidad: veamos ahora qué pasa con las posiciones de derecha y liberales.
Hace un par de años, en un artículo en este diario, el filósofo Gonzalo Gamio comentaba que la “derecha criolla” no es en realidad liberal, sino conservadora o reaccionaria: sus referentes no serían Locke o Kant, sino Donoso Cortés y Carl Schmitt. Esto a propósito de las reacciones que generó el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre las ejecuciones extrajudiciales en el penal Castro Castro. Mucho de esto se ha visto nuevamente en la controversia sobre la donación del gobierno alemán para la construcción de un Museo de la Memoria. Afortunadamente, algo parece haber cambiado: en las últimas semanas se han pronunciado a favor del Museo Mario Vargas Llosa, Lourdes Flores, Fritz du Bois, Ricardo Vásquez Kunze, León Trahtemberg, Salvador Heresi, entre otros. Podría decirse que esta es la base para una propuesta liberal en el país.

El peso de la “derecha criolla”, y de caudillos pragmáticos (desde el “populismo blando” de Belaunde hasta el neopopulismo neoliberal de Fujimori), ha dificultado el avance de propuestas genuinamente liberales. Estoy convencido de que a nuestro país le iría mucho mejor si tuviéramos opciones electorales bien definidas en términos ideológicos y de programa, en vez de candidaturas personalistas, improvisadas y oportunistas, altamente vulnerables a las presiones de los poderes de facto. Ello haría más previsible el país, y elevaría el pobre nivel de nuestro debate público. Es por ello bueno que Lourdes Flores haya anunciado su intención de candidatear por tercera vez a la presidencia, y que explique su temprana decisión señalando que para gobernar bien no se puede improvisar. La competencia por el voto dentro de la derecha puede ayudar a que Flores se distancie de aquello que encarnan Luis Castañeda y Keiko Fujimori, quienes por el momento lideran las preferencias electorales.
Flores, siguiendo un camino ideológico y programático (basado en el socialcristianismo), logró superar la valla de la votación obtenida por Luis Bedoya en 1980 y 1985, pero no la de Mario Vargas Llosa en 1990; en las elecciones de 2001 y 2006 fue una candidata con opción de ganar, hasta que se conoció mejor su entorno político y su lista de postulantes a las vicepresidencias y al Congreso. Y esta vez, antes del 2011, tenemos las elecciones regionales y locales. ¿Cuál será su nuevo entorno, el que le permitirá lograr lo que no logró antes? ¿Cómo conseguirá un liderazgo nacional, no solo limeño-urbano? Una novedad interesante sería un camino “liberal progresista”, por así decirlo. Ello implicaría romper con la “derecha criolla”, con una lógica patrimonial en lo económico, discriminadora en lo social y autoritaria en lo político. El voto que Unidad Nacional ha obtenido en los sectores populares en Lima y otras ciudades en las últimas elecciones debería ser el punto de partida, no los salones del club empresarial.


Debate sobre la izquierda y el capitalismo

Tomado de Diario La Republica Mar, 10/03/2009 - 04:53

Por Martín Tanaka

En las últimas semanas se ha dado un intercambio de opiniones sobre la izquierda en el Perú en el contexto de la crisis financiera internacional, en el que han participado Juan Carlos Tafur, Alberto Adrianzén y Antonio Zapata, cada quien desde sus respectivas columnas en Perú 21 y este diario, que merece ser resaltado.
Bienvenido el debate, escaso en nuestro medio, más tratándose de un tema importante, que nos lleva a pensar en las repercusiones de la crisis internacional sobre la política nacional, y la posibilidad de que Perú sea parte del “viraje a la izquierda” que está viviendo la región. El escenario actual, ¿mejora las perspectivas para posiciones de izquierda? ¿Qué deberían hacer las fuerzas de izquierda para situarse bien en esta coyuntura?
Si bien el debate en el que han participado principalmente Tafur y Adrianzén ha sido muy interesante, creo que por momentos se cae en una suerte de falacia retórica, según la cual, primero, se crea un muñeco de paja para atacar al adversario (de un lado tenemos neoliberales antiestatistas que favorecen egoístas intereses privados, y del otro estatistas populistas demostradamente ineficientes); y segundo, se define la propia posición como prístina, incontaminada por la historia (así, ni el socialismo ni el liberalismo “verdaderos” tendrían nada que ver con los socialismos o liberalismos “realmente existentes”; el liberalismo nada tendría que ver con Bush, el socialismo nada que ver con los populismos).

Creo que se trata de un razonamiento poco productivo: primero, caricaturizar al adversario dificulta reconocer y asimilar los puntos fuertes del oponente; y segundo, definir la posición propia como pura en el mundo de las ideas, incontaminada por la historia, dificulta tener una posición crítica frente a las limitaciones de la propia ideología. Y yo creo que tanto el liberalismo como el socialismo tienen que hacerse responsables por las perversiones que han engendrado, aunque fuera sin proponérselo. En otras palabras, no es tan raro que el liberalismo degenere en corrupción privada, ni que el socialismo degenere en autoritarismo e ineficiencia, si es que no se hacen esfuerzos explícitos para evitarlo.
Creo que estas consideraciones tienen implicancias prácticas concretas para los actores políticos. En cuanto a la izquierda, ¿qué tipo de propuesta debería levantar? La respuesta depende del diagnóstico de la crisis actual: ¿estamos ante un crisis “estructural” del capitalismo, y por lo tanto tendrían que levantarse banderas que busquen una ruptura con los modelos de desarrollo imperantes? ¿O se trata de una crisis coyuntural, y por lo tanto sería momento de políticas socialdemócratas, que busquen un equilibrio entre mercado y Estado? Yo estaría bastante seguro de que el capitalismo no se va a acabar antes del 2011, y por lo tanto el desafío que tiene la izquierda es el que tuvieron Toledo y García, y que sigue pendiente: cómo mantener el crecimiento y, al mismo tiempo, lograr que beneficie más a la población más pobre. ¿Cuál es la fórmula?

La izquierda: un debate necesario

Tomado de Diario La Republica Sáb, 21/03/2009 - 20:58
Alberto Adrianzén M.

Me parece un acierto que se haya abierto un debate público sobre la izquierda. Sin embargo, para que este transite por caminos que interesen a muchos y no a pocos como ha sido hasta ahora, debe evitarse dos cosas: una cierta nostalgia que nos dice que todo pasado fue mejor, pero también poner en boca de uno lo que no se ha dicho para luego criticarlo. Ello no ayuda a un debate que es urgente porque tiene mucho que ver con la salud democrática del país y con el futuro de las mayorías nacionales. Decimos esto porque el artículo de Martín Tanaka publicado un par de semanas atrás en este diario nos ha sorprendido y, por ello, es bueno responderle.
Tanaka sostiene que tanto Tafur como el autor de este artículo hemos caído en una “suerte de falacia retórica” al crear un “muñeco de paja para atacar al adversario” y definir nuestra posición como “prístina, incontaminada por la historia”. Debo decirle a Martín que no creo haber hecho de Tafur, con el cual, dicho sea de paso, no es la primera vez que polemizo, un “muñeco de paja” y menos que esté pensando que mi posición es “prístina, incontaminada por la historia”. Y si bien lo primero puede ser debatible, lo segundo me parece que es un error puesto que se cae en lo mismo que se critica, es decir, en crear un “muñeco de paja” para luego atacarlo, más aún cuando se dice que esa postura lleva a ocultar u omitir –porque se mueve en el “mundo de las ideas, incontaminadas por la historia”– las degeneraciones del socialismo. Quiero decirle a Tanaka que a comienzos de los años ochenta un grupo de militantes de izquierda decidimos romper públicamente con el llamado marxismo-leninismo porque pensábamos, justamente, que el famoso socialismo real no era democrático sino más bien un régimen autoritario que también oprimía a los trabajadores.
Es igualmente crear un “muñeco de paja” decir lo siguiente: “Yo estaría bastante seguro de que el capitalismo no se va a acabar antes del 2011”. Yo también creo lo mismo: el capitalismo no está a punto de terminar y, por lo tanto, no he planteado que estamos frente a una crisis estructural (o terminal) del mismo. Lo que he dicho en varios artículos son tres cosas: la primera, es que estamos frente a la crisis de un tipo de capitalismo que surgió luego de la crisis de los años setenta y que puede ser calificado como capitalismo neoliberal; la segunda, que el siglo XX no se acabó con la caída del Muro de Berlín sino más bien con esta última crisis del capitalismo; y tercero, que hoy vivimos en un mundo sin paradigmas (políticos y económicos) y que ello crea un espacio para repensar o recrear un pensamiento de izquierda (como también de derecha). Por eso no me extraña que hoy, como señalé, algunos líderes de la derecha mundial estén llamando a “refundar el capitalismo”.
Lo que sucede es que también están en crisis las políticas socialdemócratas, que supuestamente iban más allá, como se dijo en su momento, de la izquierda y la derecha, y que buscaban un equilibrio entre el mercado y el Estado. En realidad, lo que hemos tenido es un desplazamiento de la socialdemocracia hacia posiciones de derecha. La llamada Tercera Vía fue la mejor expresión de ello, al abandonar lo que se conoció como el consenso keynesiano de los años treinta y adoptar posiciones neoliberales como sucedió en el laborismo inglés. También ha fracasado esta búsqueda de un equilibrio entre mercado y Estado por una razón que se hace cada vez más evidente: ambos cumplen funciones distintas y, en algunos casos, antagónicas. Mientras que el Estado busca igualar, incluir, representar, regular y ampliar, muchas veces, la democracia; el mercado se basa en la competencia, en el triunfo de los más fuertes y en la expulsión de los débiles. Por eso el liberalismo económico puede existir, incluso, suprimiendo al liberalismo político.
No se trata, por lo tanto, de juntar un poco de esto y un poco de aquello como si fueran cosas iguales, sino más bien de redefinir el papel del Estado y del mercado, y de construir y enunciar una nueva crítica al capitalismo que es, justamente, lo que define el ethos izquierdista. Que en esa crítica se deba asumir tanto la realidad del mercado como los desafíos de un Estado que buscara, si cabe la expresión, estatalizar la sociedad, la política y la economía como sucedió en el pasado, no cabe la menor duda. Por eso un centrismo vacío que busca la aprobación de sectores que poco o nada tienen que ver con la izquierda, impide no solo un debate que hoy es urgente sino también la conformación de identidades colectivas, cuestión necesaria si queremos refundar en el país una nueva política que tenga como objeto central de sus preocupaciones el destino de la mayoría de los peruanos. Por eso espero que este debate continúe.

El fin del capitalismo utópico

Tomado de Diario La Republica Sáb, 07/03/2009
Por Alberto Adrianzén Merino.

Hace una semana, Juan Carlos Tafur dedicó una página a responder mi artículo “Los matones del capitalismo”. En este país tan poco dado al debate y al intercambio de ideas, un texto como el suyo siempre es bienvenido. Sin embargo, quisiera aclarar que el mismo no estaba dedicado exclusivamente a él sino sobre todo a otros intelectuales neoliberales (soy consciente de lo polémico de esta definición) que emplean el insulto al momento de polemizar. Un ejemplo es Álvaro Vargas Llosa, director del Center on Global Prosperity, una suerte de ONG financiada por corporaciones, fundaciones e individuos (podría ser calificado como “caviar” de derecha), que califica de idiotas a todos aquellos que no comparten sus ideas. Dicho esto pasemos a la polémica.
En primer lugar no he dicho, como afirma Tafur, que la actual crisis representa “el fin del capitalismo”. Lo que señalé es que dicha crisis es el fin del “capitalismo realmente existente”, es decir, del neoliberalismo. Por ello, debemos entender el capitalismo que emergió luego de la crisis económica de los años 70, de la crisis de los Estados de Bienestar y del keynesianismo que fue su expresión teórica.
Desde esos años asistimos a un nuevo capitalismo que se basa en el fin del “fordismo”, en la desregulación económica, en el sistema financiero, en nuevas relaciones del centro con la periferia (el famoso Consenso de Washington) y en la hegemonía del mercado sobre la política. Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el fin de la Unión Soviética en 1991 que terminó, como dice Krugman, no con un estallido sino más bien con un quejido, el neoliberalismo se sintió tan todopoderoso que se globalizó e inventó la famosa teoría del “Fin de la Historia”. El capitalismo y la democracia liberal habían “ganado definitivamente” la batalla, ya que ambos sistemas eran “lo natural” y el único horizonte posible para la humanidad.
Y si bien es cierto que Francis Fukuyama tuvo que revisar su teoría, también lo es que la actual crisis golpea al neoliberalismo en dos puntos centrales. El primero guarda relación con el papel del Estado que ha pasado de villano a salvador. Juan Carlos Tafur nos tendría que explicar cómo se sostiene una teoría que afirma –insisto, como dice Hayek– que las crisis económicas se producen por la injerencia del Estado cuando lo que vemos es que ese mismo Estado, satanizado por el neoliberalismo, es al mismo tiempo la solución de la crisis.
No me extraña que Tafur insista en lo mismo que dice el documento que cita, “La libertad económica: el mejor camino para enfrentar la crisis”. Para sus autores, la causa de la crisis del mercado hipotecario en EEUU fue la “política estatal de promover… el endeudamiento para adquirir viviendas por parte de sectores que no contaban con el nivel de ahorros suficientes”. Dicho en términos de ese documento: “fueron las acciones regulatorias del gobierno y del Congreso norteamericano que promovieron estas conductas irresponsables”. El argumento es gracioso ya que se “olvidan” que fueron, justamente, los capitalistas, vía los lobbies, los que promovieron políticas no regulatorias para luego especular y hacerse ricos. Es el desarrollo de un capitalismo, francamente estúpido, que cree, como dice Marx, que el dinero pare dinero.
El segundo punto es más complejo ya que tiene que ver con el fin de la utopía de que el mercado puede organizar la sociedad. La crisis demuestra que la inviabilidad –como afirma Pierre Resanvallon en su libro “El capitalismo utópico”– de que el mercado sea más “un mecanismo de organización social que un mecanismo de regulación económica”. Para esta utopía el mercado va más allá de ser “un modo de proporcionar recursos a través de una libre determinación de precios”; es también un modo de vida. Y eso es justamente lo que ha fracasado ya que el mercado no se puede autorregular porque conduce a la crisis y menos puede ser una forma de organización social porque aumenta la desigualdad y la pobreza. Por eso no nos debe extrañar que hoy algunos líderes de la derecha mundial hayan llamado a “refundar” el capitalismo porque el actual no sirve.
Tafur sostiene que “Krugman no es liberal”. Me pregunto si lo ha leído alguna vez. El último libro de Krugman, al igual que su blog, se llama, justamente, “La conciencia liberal” (en castellano se titula “Después de Bush”). Que Krugman no “profese” el liberalismo de Tafur no lo hace menos liberal. Esta afirmación, al igual que esa otra que dice que Stiglitz “atraviesa por una crisis sicótica”, me recuerda a los comunistas soviéticos que acusaban a los disidentes de no ser “marxistas” para luego sostener que eran enfermos mentales e internarlos en clínicas psiquiátricas. Y porque el neoliberalismo es algo mucho más complejo de lo que dice Tafur, sospecho que lo que afirma lo convierte en una caricatura de marxista-leninista en pleno siglo XXI.


Derechización de los intelectuales

Tomado de Diario La Republica Sáb, 30/05/2009

Por Alberto Adrianzén M.


Fue Norberto Bobbio, creo, quien dijo, hace ya unos años y antes de morirse, que en estos tiempos la crisis del marxismo (también se puede leer como socialismo) es mucho más profunda que aquellas otras que se vivió en el pasado. Bobbio sostenía que el marxismo resolvía sus crisis sustituyendo a los intelectuales que renunciaban a este pensamiento por otros nuevos, que, a su vez, tenían la capacidad de renovarlo. Sin embargo, esta alimentación continua, por llamarla de algún modo, se cortó en la década de los 80 y se agravó en la siguiente década. Es decir, nadie reemplazaba a los que se iban.
Quién no recuerda a los llamados “nuevos filósofos” franceses, la gran mayoría marxistas, que se pasaron no solo a la derecha sino también a la denuncia casi cotidiana del totalitarismo comunista. El resultado fue tanto un aislamiento de este pensamiento como una fosilización del mismo y, por ende, una ausencia casi absoluta de crítica, pese a algunos esfuerzos, de renovación. Es este contexto, creo, el que explica la derechización de los intelectuales de izquierda a escala internacional.
Ignacio Sánchez-Cuenca en un interesante artículo titulado: “La derechización de los intelectuales españoles” (El País, 24/5/09) analiza este proceso. Sánchez-Cuenca afirma: “Aunque viene de atrás y el proceso ha sido gradual, en los últimos años se ha acelerado, y desde luego se ha hecho más visible, un muy notable desplazamiento de buena parte de los intelectuales españoles hacia posiciones conservadoras y derechistas. Los intelectuales –entendidos por tales, en un sentido muy amplio, a aquellas personas con un protagonismo destacado en la esfera pública: profesores universitarios, periodistas, escritores, etcétera– se han derechizado, muchas veces a cuenta de la negación de la diferencia misma entre la izquierda y la derecha, que consideran superada, mistificadora o simplemente sectaria”.
Este mismo autor afirma dos puntos importantes: dice por un lado, “si en otros tiempos los intelectuales de izquierda creyeron tener una suerte de afinidad natural con los movimientos nacionalistas vascos y catalanes que reclamaban su Estado propio, hoy han abjurado completamente de aquellas ideas y las han sustituido por otras no menos dogmáticas y esquemáticas que las anteriores, según las cuales estos nacionalismos son un vestigio de la ‘tribu’, una doctrina irracionalista de principio a fin que no cabe en nuestro orden liberal”; y afirma por otro lado que “este abandono de la izquierda ha provocado una creciente hegemonía de las ideas liberales-conservadoras, que son hoy dominantes en periódicos, revistas de debate y ensayo, libros y otros elementos que componen la esfera pública. Los centros de agitación intelectual están hoy en la derecha. En la izquierda no extrema no hay nada parecido a un debate desde hace mucho tiempo…”.
Si uno cambia la palabra España por Perú, en el artículo de Sánchez-Cuenca, sospecho que el lector nacional no se daría cuenta, porque el proceso, creo, es similar. Hay que señalar, además, que procesos como estos, explicados por el contexto en que se vive, se repiten en países como Ecuador o Bolivia.
Y si bien este autor anota algunas de las causas de esta derechización de los intelectuales, como el auge del neoconservadurismo, el colapso del marxismo, la confusión sobre el papel que puede desempeñar la socialdemocracia en el capitalismo actual y hasta las modas –de las cuales los intelectuales son (o somos) muchas veces adictos–, el tema, creo, debe motivar un amplio y serio debate en el país. Lo peor es ocultarlo o, simplemente, decir que no existe.
Porque en realidad este proceso existe en el Perú. Si no, analicen qué se debate hoy en las universidades, anteriormente centros de “agitación” del pensamiento; o cuántas revistas de izquierda existen en el país; o cuántos núcleos intelectuales de izquierda están activos hoy en día. Sospecho que la respuesta sería depresiva.
De otro lado, considero que no se puede debatir este tema desde un pensamiento fosilizado, más allá del carácter testimonial que pueda tener. El liberalismo mal digerido que hoy existe en la izquierda, que cree que la democracia es solo consenso e intercambio de ideas, olvidándose que detrás de todo ello siempre está el conflicto; así como las posiciones conservadoras que responden más a un proceso de instalación de una clase media que decidió renunciar a la idea del cambio, no se pueden cuestionar desde un parque jurásico que considera que nada o muy poco ha cambiado en el mundo y que basta con repetir los viejos discursos.
Finalmente, creo que esta es una tarea urgente. No solo porque los tiempos que se vienen serán duros y dramáticos, como lo son hoy en Bolivia y Ecuador; sino, además, porque creo firmemente que en este mundo y en este país hay (debe haber) izquierdas y derechas.

Comentarios
Sáb, 30/05/2009 - 07:00 — diego cormoran (no verificado)

Después de haber escrito un buen articulo sobre el problema de la selva, de sus "pueblos originarios" y su justa critica a los signatarios carentes de toda autoridad sobre el gobierno actual de Venezuela, es lastimoso que este señor muestre tanta ignorancia sobre la obra de Marx y se permita hablar del "colapso del marxismo". Marx jamas escribio una letra sobre una teoria de estado marxista, mal puede identificarse el colapso del régimen de gobirno en Rusia con la doctrina de Marx, como tampoco confundir la situacion de España con la del Peru que es un mundillo corrompido por una situacion colonial desde 1532 que tiene hoy otras fases, todas obra de la mentira en la que se baña la media ciencia y el medio pelo.
n

Vargas Llosa, Castañeda, Krause y compañía... mediocridad de “exquisitos”

El capitalismo es el capitalismo aunque alquile intelectuales para hermosearse... [1]

Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Fundació n Federico Engels/Universidad de la Filosofía

La burguesía intelectual, cuando se asusta, se vuelve nazi-fascista


Una vez más, ellos anuncian su desesperación organizando ofensivas nazi-fascistas culteranas. Se dicen “demócratas” y agitan sus banderas conspirativas para fundamentar, con eufemismos a granel, los golpes de estado que sus jefes les encargan. Los apoya la oligarquía mediática, la santa iglesia, los usureros bancarios, los industriales depredadores y no pocos terratenientes traficantes de armas. La ilustración neoliberal quiere dar cátedra de canalladas golpistas.

Presentan libros, dictan conferencias, asesoran a delincuentes, cobran dividendos y se aplauden entre ellos. Son la mano armada, con sofismas y demagogia, encargada de maquillar las monstruosidades del capitalismo. Cobran con su mano “fina” las canonjías cultas y las propinas de vanidad mediática que su patrón les maicea. Y después... se premian entre sí, se citan mutuamente en sus tratados y se erigen monumentos de jactancias sin pudor. Vividores culteranos incubados en la ignorancia de los jefes que pagan para esconder su idiotez. (La de todos ellos)

¿Tiene sentido seguir denunciándolos? ¿Hay alguien que no sepa el calibre obsceno de los lebreles intelectuales cultivados para la lisonja docta? ¿Hay alguien que se trague sus cuentos? Si. Ellos mismos y sus congéneres. Y por eso los denunciamos. No por intelectuales, no por ser de derecha, no por reaccionarios, no por sus limitaciones ideológicas. No sólo, por eso, pues. Si especialmente por su mansedumbre mercantil ante los criminales que saquean, explotan y asesinan a los trabajadores que de verdad trabajan y producen la riqueza. Si por su complicidad sabihonda y cínica, su coautoría demagógica con represores, golpistas y saqueadores. Si los denunciamos por su impudicia y sus petulancias letradas, puestas al servicio de poderes que financian ideólogos para hundir a los pueblos en la ignorancia, la hambruna y la tristeza. Los denunciamos por serviles, por asociación criminal y por desvergüenza. .. entre otras monerías burguesas. Los denunciamos, se reúnan donde se reúnan.

La batalla de las ideas, la guerra simbólica y la lucha contra la alineación

Al otro lado de ese reino de estulticia “culta”, en oposición y en combate histórico, la clase trabajadora sabe, bien que sabe, de qué serán capaces los lacayos con grados -y posgrados- fanfarrones y lambiscones en simultáneo. Sabe esa clase que sabe mucho, que se debe estar atento, en guardia teórica y metodológica, atentos a la cantidad y a la calidad de las agresiones burguesas, con un ojo al gato y otro al garabato. Sabe que esto es una guerra, incluso de “cuarta generación”, en la que no hay punto de reposo ni en la lucha emancipadora de la conciencia ni en la tarea de construir lenguajes y herramientas filosóficas nuevas. Es decir socialistas. No hay descanso ni en la sintaxis ni en la síntesis, ni en la escuela ni en la cama, ni en la panza ni en el espíritu.

Ese saber de la clase trabajadora ya deja sentir sus resultados más fortalecedores, por ejemplo: ya se sabe que, por cultos que se presuman los lacayos intelectuales del dinero, su payasada conceptual tiene por finalidad aplicar golpizas intelectuales (y no sólo) al quien se atreva a razonar la explotación y oponerse a ella. Ya se sabe que la servidumbre de los académicos -que se bajan los pantalones frente al jefe- tiene por meta sacrosanta la supresión de la libertad intelectual para los pueblos y la eternización del capitalismo trasvertido de “humanista”, de “culto”, de “científico”, de “culto”. Ya se sabe que en su infinita lambisconería los intelectuales burgueses harán hasta lo imposible por ganarse palmaditas del patrón en sus cabezas “geniales”. Son mercenarios que ofertan charlatanería útil para secuestrar conceptos como “democracia”, “libertad”, “justicia”... cómo les encantan estos términos... cómo gozan tergiversándolos, cómo se esmeran en arrebatárselos a la historia, a la lucha de clases y a los triunfos de los pueblos para ofrecerlos, en la bandeja de plata de su estupidez, a sus amos.

Hoy está clara la nausea generalizada que provocan los discursos y las alianzas delincuenciales de los sabihondos mercantilizados. Su distancia galáctica de las bases sociales, su patanería academicista, su verborrea snob y su “buen vivir” parasitario, son sellos de clase indelebles en una lucha revolucionaria hacia el socialismo que ya identifica con claridad la clase de metralla que soltarán en cada sitio donde se encuentran.

Es fácil rastrear los orígenes y peripecias que cada uno de estos señoritos y señorones de la servidumbre intelectual ha debido cumplir para hacerse “notables” entre la inmundicia burguesa. Unos herederos directos, otros trepadores burócratas, algunos mezcla de todo... ninguno luchador social entre las bases, ninguno trabajador de la cultura en combate por la emancipación de la conciencia, de la panza, del estado del ánimo... ninguno crítico verdadero de la monstruosidad capitalista y neoliberal, ninguno, en fin, vinculado con las luchas justas de los pueblos. Todo lo contrario. De cada uno en la lista de los intelectuales serviles es posible cuantificar repertorios nutridos de canalladas, traiciones, componendas y negociados para calumniar, perseguir, reprimir y criminalizar toda lucha social, toda fuerza liberadora, todo proyecto de sociedad sin amos y sin esclavos.

Hay que ver el calibre inmundo de las estupideces que “teorizan”. El jefe de Krause, Octavio Paz, santon de todos los payasos inetelectuales neoliberales, sólo como ejemplo, rezaba a los cuatro vientos, sin pudor alguno, arrodillado ante su dios Salinas de Gortari, artífice también del TLC: “El mercado libre es el sistema mejor -tal vez el único- para asegurar el desarrollo económico de las sociedades y el bienestar de las mayorías. Así como las libertades políticas, en regímenes democráticos, implican el respeto a los derechos de las minorías y de los individuos, el libre juego de las fuerzas económicas –liberado de la voluntad arbitraria del Estado tanto como de los monopolios privados- de be estar regido por la ley y por la sociedad misma, es decir, por los productores, los intermediarios y los consumidores. El mercado no puede ser un simple y ciego mecanismo sino que es el resultado de un acuerdo colectivo...” 1 Palabras de Octavio Paz pronunciadas en: “El siglo XX: La experiencia de la libertad”[2]

Hoy, semejante idiotez probó, además de su condición de ideología rastrera, cuál sería el rumbo, el desempeño y las tareas de todos los discípulos y los discipulitos que hoy andan, por todo el mundo, exhibiendo sus mansedumbres y sus canalladas al servicio de golpes de estado nuevos... en todos los sentidos. Aquí estaremos para denunciarlos e impedírselos, al lado de los pueblos dignos, como en Venezuela, como en Cuba, como en Bolivia, como en Ecuador... como en cualquier lugar donde florece el socialismo desde abajo.

[1] Paráfrasis homenaje a Adolfo Sánchez Vázquez

[2] Octavio Paz: www.letraslibres. com/pdf.php? id=3009 y http://arbol- adentro.blogspot .com/2009/ 04/el-siglo- xx-la-experienci a-de-la.html

--
Hasta la victoria siempre. ¡Patria o muerte! ¡Venceremos!

No hay comentarios: